Dear readers, this time I must write in Spanish. The Colombian Presidential elections are coming soon. If there is some interest, I will translate this piece. See you soon and thanks for your support.

Iván, espero que esta carta le llegue en un buen momento. En primer lugar, quisiera agradecerle el interés por el país. No solo a usted, sino a todos los demás candidatos. Postularse a este oficio de Presidente es una posición noble. No creo que usted tenga intereses nefastos. Por el contrario, estoy seguro que usted aspira a ser el líder de Colombia por las razones correctas. Hay quienes dicen que no pueden escoger candidato, porque no hay con quien. Yo creo que cualquiera que se atreva a meterse en semejante lucha es un valiente, y merece nuestro tiempo y nuestro análisis.

Algunos de mis contactos alegan que usted es un tipo inteligente y preparado. Yo en esas cosas no me atrevo a opinar, sino que prefiero apoyarme en la poca evidencia que tengo al alcance de mi mano. Por ejemplo, sus videos, sus entrevistas, sus habilidades en el debate, su hoja de vida, y lo más importante, los alcances personales por los que usted puede reclamar el crédito. Haga de cuenta que mi filosofía callejera es muy sencilla, y que no hay fiesta en mi casa que no pase sin una cantada de “My Way”. Ahí nos vamos entendiendo.

Lo cierto es que una marca de quienes trascienden los niveles más elementales es la de poder mirarse en el espejo. La famosa autocrítica. El inventario de fortalezas y debilidades. Y es en ese ánimo que he decidido escribirle esta carta abierta. Tómela como una oportunidad, gane o pierda. No es más que mi punto de vista, y de hecho no me cuento entre quienes pontifican estar en posesión de la verdad absoluta. A través de la presente quiero contarle por qué no tengo pensado votar por usted. Claro, todavía estamos a tiempo y las cosas pueden cambiar. Nunca es tan tarde como uno cree.

Entonces entremos en materia. Déjeme contarle un par de párrafos sobre mí. Nací en Bogotá, y pasé los primeros meses de mi vida en el barrio Santa Fe. Si, el mismo barrio de las putas. En ese entonces no tenía aquella fama, pero el punto que quiero establecer es que mis padres eran relativamente pobres. Mi papá fue economista y político del MRL. Nada de raro que alguien le haya contado sobre él a nivel anecdótico, quizás mientras escuche una historia de esas que suenan como leyenda y que carecen de nombre propio. Al fin y al cabo, quien va a creer que haya habido un político totalmente entregado a los más necesitados de su circunscripción territorial. Mi mamá es una administradora de empresas, y siempre trabajó con el gobierno a través de Telecom.

Le sigo contando. Del Santa Fe nos mudamos a Ciudad Berna, en el sur, donde tuvimos una casa grande. Recuerdo un árbol inmenso en el patio, que se vino al suelo cuando ya estábamos por mudarnos a otra casa, porque yo había entrado a kínder en un colegio del norte. Por ese cambio vivimos en arriendo durante diez años en el barrio La Alborada, que es el de los recuerdos de mi niñez. El barrio chico de casas alargadas, como la canción de Piero. Si no lo ubica, es un barrio apretado entre La Floresta, la Avenida 68 y dos comunidades populares: El Edén y el Julio Flórez.

El colegio mío, el del norte, es un colegio público. Estudié en el Instituto Pedagógico Nacional, ese Frankenstein bogotano extrañamente ubicado en medio de barrios exclusivos de la ciudad.  Allá atendíamos clases con compañeros de aula que representaban el espectro completo de nuestra sociedad: estaban todas las clases económicas con excepción de la élite. Había casos interesantes, como el de los mismos hijos de las aseadoras del colegio; el de la hija de German Santamaría; y el hijo mayor de Luis Carlos Galán. Todo un arco iris social. Había compañeros de clase que se tomaban dos horas de bus desde el sur para llegar al colegio, y otros pocos que vivían a menos de veinte cuadras. El colegio, honestamente, era malito académicamente. Yo sé que algunos se van a ofender con estas palabras, pero créame que de eso no hay duda. La vida se encargó de demostrarlo. Pero más allá de los conocimientos de ciencias, matemáticas y español, el Pedagógico de ese entonces era el laboratorio social perfecto.

De esos años de formación hay dos hechos que son especialmente relevantes en esta carta. Uno, fui víctima del famoso “bullying” por razones que nunca pude entender. Dos, me fue bien, luego atendí Ingeniería en la Javeriana, y algunos años más tarde hice mi maestría en Carnegie Mellon University, que como sabrá, es una de las mejores entidades académicas del mundo. Hoy en día tengo un trabajo bueno en la Bahía de San Francisco y pertenezco claramente a un grupo social que nada tiene que ver con el de mis padres. Vivo en una comunidad de colinas suaves que parece salida de un sueño. Mi día usualmente comienza con un buen café, transcurre en medio de mis deberes como gerente de un departamento pequeño de estrategia de ventas y termina con las actividades extra-curriculares de mis niños, en las que están involucrados otros padres de la misma comunidad. A propósito, mis hijos van a la escuela pública, porque en estas ciudades de por acá dichas instituciones son un modelo a seguir y, orgullosamente, una plataforma de acceso a las mejores universidades. En resumen, he tenido la oportunidad de ver el mundo desde ángulos prácticamente opuestos. Nada más formativo. Y sin más demora, déjeme iniciar con el asunto principal: por qué no pienso votar por usted.

#1- La vida suya y la mía son antagónicas

Iván, usted tiene el mismo nombre mío, aproximadamente la misma edad y ha recorrido algunos de los mismos lugares. Yo también viví en Washington, donde nació mi hijo mayor. En múltiples ocasiones almorcé en el Banco Interamericano de Desarrollo. Nunca me gustó el Banco, en particular porque es un lugar político de un corte claramente elitista con una participación mínima de las mayorías que conforman la población de nuestros países. Allá, contrario a lo que se cree en Colombia, tuve contacto con gente increíblemente mediocre. Economistas y analistas financieros que no pueden leer una balanza de cuenta corriente. Gente nombrada a dedo o a punta de palancas, parecidos entre ellos no tanto en su color y etnia, sino en su incapacidad de trascender el pensamiento de grupo. Yo terminé pasando mucho más tiempo en otros círculos de la ciudad, profesionales y no profesionales. Curiosamente, los europeos del Banco Mundial eran mucho más afines a mis principios de pensamiento independiente y no me aburrían con discursos de los Chicago boys. Los vestigios de una buena educación, siempre pensé. Encontré mi grupo, pasé muchos años en Washington, los disfruté plenamente, conocí a mi esposa y tuve mi primer hijo. Siempre llevaré a Washington en mi corazón.

Pero eso es lo único en que nos parecemos. Como le dije, yo comencé mi vida en el Sur y fui a un colegio público. Dicen que a usted le gustan los números. Por eso quisiera mencionar algunos. En el 2015, en Colombia había cerca de 8.6 millones de estudiantes entre lo que ahora llamamos educación básica y educación media, y que equivalen juntos a los grados de primaria y bachillerato. De esa cantidad enorme, más del 80% asisten a instituciones públicas, incluyendo lo que despectivamente describimos en Colombia como “escuelas”. Como se dará cuenta, mi experiencia es mucho más representativa del colombiano común que la suya. Usted fue al Rochester y al Saint George. Yo tengo amigos, y familia, que estudiaron en esos dos colegios y tengo claro que no son necesariamente la crema de la élite. Sin embargo, estoy convencido de que la razón por la que usted no habla sobre la educación (nunca) es porque no entiende la magnitud de las deficiencias en nuestro sistema y el impacto total de ese problema en la economía. Pareciera que para usted, y para tantos otros políticos y apolíticos colombianos, es completamente esperado que la gente vaya al colegio privado. Déjeme decirle, sin querer ofender, que la falta de visión de sus discursos económicos es lamentable, por la ausencia de una estrategia de largo plazo. No existe forma de que Colombia salga adelante sin que ese 80% de estudiantes sean competitivos y tengan oportunidades reales de acceder y pertenecer a un sistema sólido de educación superior. Usted se consolará pensando que no es el único con esa postura económica desconectada. Al fin y al cabo, si llega a ser Presidente será uno más formado en los colegios privados. Por pura curiosidad aquí le dejo una pregunta de investigación: quien fue el último Presidente colombiano que acudió a un colegio público? En que año? Cómo se compara con los países más adelantados? Por ejemplo Alemania, los de Escandinavia, Canadá o los mismos Estados Unidos.

Siguiendo con el tema de la educación, siempre fue mi meta asistir a las mejores universidades. No fue fácil, porque en ese entonces mi papá ya había muerto en un accidente lamentable, y el dinero no sobraba. Con sacrificios grandes, y con mucho apoyo de mi mamá, me gradué como Ingeniero Electrónico de la Javeriana; y más adelante como MBA de Carnegie Mellon. Caramba, eso fue bien difícil. Tanto lo uno como lo otro. Por eso mismo se me hace complicado aceptar que usted haya ido a la Sergio Arboleda. Usted tendrá sus razones. Según el único ranking de facultades de derecho que existe (publicado en Dinero), la de la Sergio Arboleda ocupa el lugar 14 en el país y apenas el séptimo lugar en Bogotá. Supongo que usted tendrá una historia que contar, y por la que no fue ni a los Andes, ni a la Nacional, el Rosario, la Javeriana, el Externado o la Sabana que tienen facultades de derecho altamente reconocidas. Fue la sangre conservadora? La de Sergio Arboleda, Laureano y Alvaro Gómez?

Claro, usted podrá alegar que esa historia es incompleta porque en últimas usted es un economista (sus propias palabras) y lo que cuenta son sus maestrías en American y en Georgetown (a propósito, Georgetown es una sola palabra, hay que corregir en el sitio web de su partido). A mi esa posición me hace sonreir, porque como sabemos no hay dos economistas que se pongan de acuerdo. Yo soy un tipo de números. No solo los básicos, sino las matemáticas avanzadas que han ayudado en el progreso de la ciencia. En mi casa Sir Edmund Halley, Newton y Stephen Hawking son idolatrados. Estoy convencido, robándome las palabras de un amigo mío, que este mundo no lo arreglamos con más abogados ni economistas. Necesitamos un poco de todo, pero con más énfasis en pensamiento lógico, de principio a fin.

Iván, usted también nos tenía convencidos del tema de Harvard. Ahora resulta que lo único que usted hizo en Cambridge fueron dos programas, cada uno de una semana, recibiendo a cambio certificados de asistencia. Comprenderá, Iván, que para quienes fuimos a universidades del más alto nivel es ofensivo que se use el nombre de esas instituciones de una manera tan engañosa. En mi Programa me tocaba competir con gente de todo el mundo, incluyendo algunos que sacaron en la prueba de ingreso (el llamado GMAT) un puntaje perfecto. Hubo momentos en que la carga de trabajo era tan grande que todos en la clase nos preguntábamos por qué habíamos tomado aquel camino con algo de arrepentimiento. No lo digo por arrogancia, sino porque hay que dejar las cosas claras. Usted no pertenece a ese grupo.

Ahí no terminan nuestras diferencias. Usted, siendo hijo de un ex Gobernador de Antioquia y ministro, ya tenía un pie en el establecimiento antes de comprometerse políticamente. Uno tendería a imaginarse que esa oportunidad tan única lo puso a usted en el Banco, venido directamente de Colombia a través de un nombramiento a dedo, a la tierna edad de 24 años. En ese entonces usted había acumulado una experiencia incipiente después de su paso por la Sergio Arboleda. Ya sabe, el problema de la corrupción en Colombia, esa que usted dice que va a combatir y que viene junto con la ausencia de un sistema basado en la meritocracia. Claro, hay quienes alegan que lo importante es aprovechar la oportunidad. Déjeme confesarle que yo no soy de esa línea de pensamiento, tal vez por aquello de mis orígenes. Lo que nace untado muere untado, digo yo. Tal vez soy simplemente un tipo terco. Más adelante usted conoció a Alvaro Uribe, le sirvió como asistente y salió finalmente elegido como Senador en una lista cerrada comandada por él. Le confieso que desde la barrera pareciera que usted la ha tenido muy fácil. Papá gobernador, universidad promedio y conexiones inmediatas con Santos y Uribe.  Tal vez se lo digo con celos, pero siento desde el fondo de mi corazón que es más bien una reflexión profunda acerca de lo justo (y lo injusto) y de la importancia de la adversidad en el desarrollo personal.

Como una cuestión muy personal, y una en la que usted no tiene ninguna culpa, tengo que decirle que estoy harto de que nuestros Presidentes sean todos blancos. Yo no se cual es su origen étnico o la composición de su ADN. El mío es muy simple: dos tercios provenientes de la península ibérica y un tercio de chibchombiano, con una pizca de un par de cosas más. Déjeme le cuento una anécdota. Cuando yo estaba en octavo o noveno grado, una tarde fui a Unicentro con dos de mis compañeros de clase. Los otros dos eran “monitos”, y vea lo que es la vida. A la salida de Unicentro salieron de su escondite dos atracadores, uno de ellos con un puñal. Ellos, los atracadores, decidieron asaltar a mis compañeros y a mi en cambio me dejaron tranquilo. Para que vea que el elemento de identidad indígena también ayuda. El caso es que me gustaría un cambio, y no necesariamente el mismo perfil etnográfico de siempre.  Esto no es en absoluto un tema de resentimiento. Mi punto es que usted no representa a la mayoría de los colombianos, lo cual no es más que una continuación de nuestra historia. Este es un tema muy importante, porque en Colombia existe un racismo brutal. Usted es de los que acepta o niega esa realidad? En su casa se preocupan cuando un pariente le sale medio quemadito?

#2- Usted es muy joven

Algunos dirán que Jesucristo tenía treinta y tres. Pero seamos francos: usted ni siquiera tiene el perfil de Gaviria o de Pastrana, que también estaban en sus cuarentas cuando llegaron a la casa de Nariño. Que la edad no importa? Se acuerda de “La Catedral”, de la escapada de Pablo Escobar y en general de la falta de liderazgo y control que tuvo Colombia durante los años de Gaviria? Yo conocí a Gaviria en Washington y puedo atestiguar que es un tipo acogedor y comprometido. Pero su gobierno dejó mucho que desear.

Con respecto a Pastrana, que podemos decir. Uno de los misterios más grandes de la historia política colombiana es como un periodista mediocre y de una pésima ejecución durante la alcaldía de Bogotá llegó a ser Presidente. Las malas lenguas dicen que incluso era el peor estudiante de su promoción en el San Carlos. Como usted recordará, debido a que tenemos edades cercanas, la misma gente que votó por Pastrana es la que luego votó por Uribe, por el primer periodo de Santos y la que probablemente lo va a hacer por usted. Como recordará, la administración de su aliado Pastrana fue la que puso el país de rodillas ante las FARC. La gente insulta a Santos por haber llegado a los acuerdos de paz. Que memoria tan corta, no le parece? Se les olvida el Caguán. Para decírselo más claramente, sin Pastrana no hay Uribe, y sin Uribe usted se queda de burócrata en el Banco o en el trabajo que su papá le hubiera podido conseguir. Como puede ver, César se arrodillo ante el narcotráfico y Andrés ante las FARC. Colombia tiene malos precedentes con presidentes jóvenes.

Usted dirá que merece ser juzgado por sus propios actos. Usted no es Andrés, ni César. Y claro, como no, muchas personas entre las que yo me incluyo le dimos a usted el beneficio de la duda. Esa línea ya se le está agotando, porque hemos notado como usted es completamente incapaz de criticar a su jefe político. Ni una palabra. Y eso que estamos hablando de una historia que incluye la compra de votos en el Congreso, las chuzadas del DAS, docenas de personas investigadas y pagando cárcel por paramilitarismo, enriquecimiento ilícito y el caso más extremo de corrupción que haya dado la madre tierra, y que tiene su lugar en la historia como el escándalo de los falsos positivos. Cuatro mil ochocientos muertos y no pasó nada. Usted de entrada ya da la imagen de estar arrodillado.

Su juventud pareciera estar correlacionada con una notable falta de experiencia gerencial. Entiendo que usted nunca ha sido jefe más allá de hacerle dictados a un par de asistentes y a su secretario personal en el Senado. No se deje engañar. Ser jefe no es fácil, sobre todo cuando hay prioridades, presupuestos y conflictos de interés. Colombia, en algunos aspectos, es un nido de víboras. Su pasión por la economía es una base importante, pero eso en muy poco lo prepara para lo que se le avecina. Usted se está postulando para ser jefe, por primera vez en su vida, ni más ni menos que desde la Presidencia. No lo asusta un poco? A mi si, sobre todo sabiendo que alrededor suyo da vueltas un personaje tan hambriento de poder y tan tóxico como el ahora Senador Uribe.

No se si sea por su juventud, pero déjeme decirle que su discurso tiende a sonar incompleto, lo que puede ser asumido como una forma de ingenuidad. Me parece fantástico combatir la evasión y fortalecer los mercados de capitales. Como no. Pero lo de la evasión es estructural. Va a acabar con la economía informal? Cómo? No más compras en efectivo en Corabastos? No más transacciones de finca raíz en efectivo en las comunas rurales del Caquetá y del Huila? No más vendedores ambulantes? Usted habla de un gobierno más eficiente, argumentando que el estado es muy grande. Está enterado de que apenas el 4% de la fuerza laboral colombiana trabaja para el gobierno? Una de las razones por las que los países desarrollados están por delante de los otros es porque invierten más en el sector público, ofreciendo así más servicios a sus ciudadanos. Por ejemplo, educación pública de alta calidad. En promedio, 15% del empleo en los países de la OCDE proviene de fuentes gubernamentales. Incluso en Latinoamérica el promedio es del 11%. Quizás yo simplemente no lo estoy entendiendo, o quizás usted si está argumentando que Colombia tiene que ser aún más capitalista, hasta que el gobierno se ahogue en las aguas minerales de la beneficencia privada. Por eso necesitamos los detalles: para asegurarnos de que usted si ha contemplado los escenarios reales. Yo hubiera preferido que usted hablara con pasión y autoridad sobre la corrupción, que es la razón verdadera por la que las inversiones públicas no se ven. Pero como hacemos, Iván, si usted parece estarle hipotecado a Uribe? Como nos convence usted de que si va a combatir la corrupción? Va a investigar a su padrino político si es necesario, o se mantiene en su argumento de la “confianza ciega” que ya ha repetido un par de veces? Quienes van a ser sus ministros?

#3- Usted no pasa como un hombre auténtico

Tal vez sea timidez, o tal vez es la forma de entrega de su mensaje. Pero no pasa inadvertido su intento formal de convertirse en un producto de mercadeo. Como no, si estamos en los tiempos de los medios sociales. En todo caso, no me gusta el engaño ni la mentira. No me gusta la forma en que presentó en su hoja de vida sus dos semanas en Harvard. No me gusta que se pinte el pelo de blanco para parecer más asentado. No me gusta el plagio de la “Carta a Eloísa”. De repente no fueron más que accidentes, y ni siquiera fueron ideas suyas. No lo sé. El mensaje que recibe una persona como yo, altamente incrédula, es el de que usted es un fraude.

Por ahora me pasa con usted lo del pastorcito mentiroso. En mi forma de verlo, no es sorprendente ni de extrañarse teniendo en cuenta quien es su patrón político. Pero como le dije desde el principio, todavía hay tiempo. Tal vez el contenido de esta carta abierta le ayude a reconsiderar un par de cosas. Tal vez no. De todas formas no la ignore. Manténgala disponible. Cuando ya sea Presidente, si es elegido, usted tendrá la oportunidad envidiable de enterrar todas esas malas mañas y sorprendernos con un gobierno plural que tenga una visión a largo plazo. Una vez adentro, usted puede rodearse de quien quiera. Así se le venga el país encima, usted puede aliarse con quienes hoy son sus rivales políticos. Eso ganaría mi admiración. No nos venga con pendejadas de medio pelo. Llegado el caso, conviértase en un líder verdadero, y sáquese a Uribe de encima. Nunca es tarde para comenzar a hacer su propio camino, y a usted probablemente le va a tocar desde la Presidencia. Sálgase de esa sombra incómoda. Levántese por la mañana hablándole al espejo y repitiéndose que usted no es Medvedev. Y por supuesto, pruebe que yo estoy equivocado. Le aseguro que eso me haría muy feliz.

Se acuerda de mi referencia al bullying? Déjeme le hago una confesión adicional. Los victimarios, que eran dos, lo apoyan a usted. No es que me lo hayan dicho, porque yo no hablo con ellos. Pero eso se sabe. Percibo en el ambiente una afinidad entre quienes tienen ese tipo de actitud marcado desde niños y sus seguidores. Falta de empatía, digo yo. Se lo digo, porque un líder siempre tiene la oportunidad de dirigir sus partidarios por el camino correcto.

Por Colombia,

Otro Iván

Desde su publicación original el 9 de abril este artículo ha sido visitado más de 20,000 veces (17,000 en Colombia y el resto repartido en 67 países) y me ha puesto en contacto con personas que han sido testigos más cercanos de la vida de Duque. Ellos quisieran permanecer alejados de la luz pública, por razones que yo encuentro muy válidas. Solo puedo compartir que las conclusiones no cambian: el abogado que nunca ha ocupado un cargo jurídico, el economista que no es economista, el Jefe de un departamento sin gente, y el hombre que en ningún momento ha profesado pensamiento independiente con respecto a Alvaro Uribe. Sin embargo, mantengo mi optimismo y pienso que éste tipo de cartas tienen un efecto, llegado el caso de que el señor Duque la lea. Así mismo, he hecho algunos cambios a partir de sugerencias. Muchas gracias. Ha sido muy interesante escribir la primera entrada en mi blog en español, el idioma de mi sangre.